Más cerca de la hibernación humana: ya es posible conseguirlo en ratones

Descubren que la activación de un tipo de células cerebrales, las «neuronas Q», lleva al organismo a un estado de animación suspendida.

A la derecha, junto a un ratón en estado normal, uno de los que entró en estado de hibernación. Su temperatura corporal bajó de los 36 a los 22 grados / Universidad de Tsukuba

Lo hemos visto tantas veces en el cine que incluso llega a parecer algo normal. En las películas de ciencia ficción, en efecto, es habitual ver cómo los astronautas entran en hibernación para, de ese modo, cruzar la inmensidad del espacio. En ese estado, el tiempo biológico se detiene, y la nave puede viajar durante décadas enteras sin que sus ocupantes envejezcan ni un solo día. Además, la hibernación reduce considerablemente el consumo de alimentos y oxígeno por parte de las tripulaciones, así como su desgaste muscular en condiciones de gravedad cero. Por último, un estado de inconsciencia prolongada durante el viaje espacial podría también minimizar los problemas psicológicos de los sufridos astronautas. Aunque eso, repetimos, es en las películas. ¿Pero podrán los seres humanos llegar realmente hibernar algún día?

Células activadas

En la Naturaleza abundan las especies que son capaces de entrar en estado de animación suspendida. Otras, sin embargo, sencillamente no pueden. ¿A qué se deben estas diferencias? Y sobre todo, ¿tienen todos los animales el potencial de hibernar, incluso si nunca lo hacen en la Naturaleza?

Un equipo de investigadores de la Universidad japonesa de Tsukuba ha encontrado parte de las respuestas. En un estudio recién publicado en Nature, en efecto, anuncian el hallazgo de células específicas en el cerebro de ratones que pueden llegar a desencadenar un estado similar al de la hibernación cuando se activan. Y los ratones no forman parte del grupo de animales que hibernan de forma natural.

Los que sí lo hacen, sin embargo, entran generalmente en estado de hibernación durante el invierno, cuando la comida es más escasa. Como en el caso de los osos, el metabolismo se ralentiza y la temperatura corporal baja hasta el mínimo necesario para mantener activas las principales constantes vitales, reduciendo así drásticamente el consumo de energía que el cuerpo necesita. El ritmo cardíaco también se hace más lento, la respiración más débil y la actividad cerebral se reduce hasta quedar en los niveles de subsistencia. Al volver a despertar, y esto es importante, los animales están perfectamente sanos. Más delgados, sí, pero sanos.

Y ahora volvamos a los ratones del experimento japonés. A pesar de que estos animales no hibernan de forma natural, los investigadores, liderados por Takeshi Sakurai, de la Universidad de Tsukuba, y Genshiro Sunagawa, del centro RIKEN para la Investigación de Dinámica de Biosistemas, han demostrado que la simple activación de un tipo específico de células cerebrales, llamadas “neuronas Q”, puede conseguir que los ratones entren, durante varios días, en un estado que se parece mucho a la hibernación.

“Los ratones -señala Sakurai- exhibieron cualidades distintivas que cumplieron con los criterios de hibernación. En particular, el punto de ajuste de la temperatura corporal bajó de aproximadamente 36 grados a cerca de 27, y el cuerpo funcionó con normalidad para mantener temperaturas inferiores, de 22 grados, incluso cuando reducimos drásticamente la temperatura ambiente”. Los ratones también mostraron todos los signos de un metabolismo reducido, comunes durante la hibernación, incluido el bajo ritmo cardíaco, el bajo consumo de oxígeno y la lenta respiración.

Viajes espaciales

Para los científicos, poder llevar a los ratones a este estado simplemente excitando de forma artificial las neuronas Q fue algo totalmente inesperado. “Y aún más sorprendente -asegura Tohru Takahashi, primer firmante del artículo de Nature-, es que logramos inducir un estado hipometabólico similar en una especie que no hiberna ni tiene claros periodos de letargo. Aunque aún no conocemos la respuesta, la posibilidad de que los humanos también tengan neuronas Q que puedan usarse para inducir una respuesta similar resulta tentadora”.

“Es muy probable que las personas no quieran hibernar por las mismas razones que los animales -explica Sunagawa-. Pero existen razones médicas para querer colocar a personas en animación suspendida, como durante un transporte de emergencia o en condiciones críticas como las de una neumonía grave, cuando el suministro de oxígeno no es suficiente para satisfacer las demandas del organismo”.

Y luego está, claro, la cuestión de los viajes espaciales. “En el futuro -concluye Sakurai- podremos poner a los humanos en estado de hibernación para misiones a Marte y más allá”.

ABC