¿Alguna vez has sentido escalofríos hacia otra persona? Hay una explicación científica para ello

Un experimento de la Universidad de Stanford revela la explicación científica a la sensación de ponerse “los pelos de punta”

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Psicólogos de la Universidad de Stanford han llevado a cabo una encuesta para descubrir qué es lo que genera repulsión hacia ciertas personas, y este experimento reveló algunos aspectos alarmantes sobre la condición humana. Conducido por el psicólogo social Francis McAndrew y su estudiante Sara Koehnke, el estudio devela exactamente lo que significa ser escalofriante.

La sensación de ponerse los pelos de punta es una “respuesta humana universal”, asegura McAndrew, que se genera como respuesta a la detección ambigua de una amenaza, usualmente una que sea violenta o sexual, “lo que sea que pueda haceros sentir inseguros sobre lo que una persona podría hacer a continuación“, indicó el investigador a Business Insider. Esta sensación es “una señal de que algo puede ser peligroso”, explica la profesora de Sociología de la Universidad Occidental y fundadora del blog sociológico Imágenes Sociológicas.

“Las cosas que sabemos que son peligrosas nos ayudan, pero si no sabemos si nos encontramos bajo amenaza, allí es cuando sentimos escalofríos”, indica Wade

McAndrew encuestó a más de 1.300 personas de entre 18 y 77 años sobre las conductas y características asociadas con esta sensación de escalofríos. En un principio el estudio plantea a los voluntarios una situación en la que un amigo de confianza conoce alguien que pensó que era escalofriante. Después los participantes de la encuesta calificaron las probabilidades, en una escala del 1 al 5 (muy improbable a muy probable) de esa persona escalofriante de presentar atributos físicos (como pelo grasoso) o exhibir ciertos comportamientos (como tocar frecuentemente al otro).

Los participantes dijeron que una persona que mirase a su amigo antes de interactuar con ellos presenta una conducta típica de una persona escalofriante. La segunda conducta es una persona tocando a su amigo con frecuencia, y la tercera es desviar toda conversación hacia el sexo.

Como explica McAndrew. “cualquier cosa puede hacer a una persona impredecible, puede definirse como escalofriante, y la enfermedad mental podría definirse como una de esas cosas”. Además descubrió que el 95% de los participantes de la encuesta pensó que las personas escalofriantes tienen mayores probabilidades de ser hombres en lugar de mujeres, una percepción expresada tanto por los encuestadores masculinos como femeninos. Las mujeres también tienen mayores probabilidades de percibir una amenaza sexual desde personas que consideran escalofriantes.

El concepto de “escalofriante” no ha sido demasiado profundizado, pero Wade piensa que existe mucho más que McAndrew pudiese realizar con esta investigación. Por un lado, se pregunta si las personas de razas o etnias diferentes pueden percibirse como potencialmente más peligrosas o escalofriantes que otras, o si las personas objetivamente más atractivas se perciben como más o menos amenazantes que las personas poco atractivas.

“Existen estudios sobre el atractivo, y que las personas que son más atractivas son mejores en todo sentido”, indicó Wade. “Existe cierta parcialidad hacia las personas atractivas que es potenciada por los medios de comunicación masiva, e incluso cuando se elige como villano de una película a alguien objetivamente feo, a menos que la intención es que la audiencia se sorprenda de que ese hombre sea el villano”.

Asimismo, McAndrew preguntó a los participantes en otra parte de la encuesta sobre profesiones más propensas a ser ocupadas por personas escalofriantes, y en primer lugar se ubican los payasos, seguidos de los taxidermistas, los dueños de tiendas de objetos sexuales, y los directores de funerarias. Esto confirma la hipótesis de McAndrew de que las ocupaciones relacionadas con un estímulo amenazante como la muerte o el sexo se perciben como escalofriante.

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