¿Sabías que la ciencia ha demostrado que es imposible estar triste mientras bailas?

El baile forma parte del lenguaje universal del ser humano y la ciencia nos confirma que está muy asociado a nuestro bienestar mental. El movimiento físico, la actividad corporal, es necesaria para salud. Literalmente, nos lo pide el cuerpo, pero bailar aporta un plus.

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Un prestigioso manual sobre el estudio de la relación entre la música y las emociones contiene un estudio de la Universidad de Londres en que se encontró que bailar provoca mayor felicidad que ir al gimnasio o salir a correr. La acción motora al ritmo de la música favorece adaptaciones cardiovasculares, nos permite mejorar nuestra coordinación (especialmente beneficioso para personas con enfermedades degenerativas, como el párkinson), potencia el aprendizaje generando nuevos circuitos neuronales, estimula la memoria, la imaginación, la creatividad, la atención y además tiene un efecto catártico. 

El poder de la música

Numerosas investigaciones revelan que la música activa diferentes estructuras cerebrales que liberan sustancias muy beneficiosas para la salud y que además éstas se incrementan si movemos nuestro cuerpo en sintonía. Por ejemplo, dopamina, un neurotransmisor que genera una sensación de placer al instante y recrea un circuito de recompensa que nos motiva de nuevo a repetir esa conducta.

Cuanto más intensas son las emociones que nos produce una determinada melodía, mayor es la liberación de dopamina, lo que demuestra que la música provoca cambios fisiológicos importantes en nuestro organismo.

Mientras bailamos, nuestro cerebro también libera endorfinas, las hormonas que reducen la sensación de dolor físico y aumentan la sensación de placer. Otro neurotransmisor que tiene un papel importante es la serotonina, conocida popularmente como la hormona de la felicidad.

Tal y como publica Elisa Roca, de Nara Psicología: “Altos niveles de serotonina reducen el posible riesgo de padecer estados depresivos. Diversas investigaciones indican que el aumento de los niveles cerebrales de serotonina se relacionan con un buen estado de ánimo, motivo por el cual es extraño sentirnos tristes o enfadados/as mientras estamos bailando (Barnes 2011)”.

Este cocktail hormonal que se origina en nuestro cerebro provoca que el baile la tristeza sean incompatibles, ya que nuestras emociones no son más que combinaciones hormonales que responden al medio y/o a nuestro pensamiento.

Y no solo impide que nos invada la tristeza. Además, mientras bailamos también se reducen los niveles de cortisol, la hormona que está ligada a los estados de estrés y ansiedad.

Por todo ello, ¿bailamos?

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