Progresar demasiado puede hacernos abandonar la meta: el efecto “liberación de la meta”

A pesar de que intuitivamente creemos que progresar en la consecución de cualquier meta es un poderoso aliciente para continuar adelante, no siempre es así. De hecho, progresar puede resultar contraproducente.

Los psicólogos saben que no nos resulta nada difícil usar como excusa nuestro progreso para hacer el vago, procrastinar o bajar el ritmo.

La paradoja del progreso

Según Ayelet Feishbach, profesora de la Facultad de Posgrado de Administración de Empresas de la Universidad de Chicago, y Ravi Dhar, profesor en la Escuela de Aministración de Empresas de Yale, acercanos a una meta puede obrar como una especie de sabotaje.

Es al menos lo que sugiere un estudio que llevaron a cabo donde se recordó a los participantes que estaban a dieta lo mucho que habían progresado en cuanto a su peso ideal. A otros participantes, sin embargo, no se les hizo este cumplido.

Tras los cumplidos, a los participantes se les ofreció una manzana o una chocolatina.

El 85 % de los felicitados escogieron la chocolatina en vez de la manzana, comparado con el 58 % de los participantes a los que no les recordaron su progreso.

Un segundo estudio descubrió el mismo efecto en las metas universitarias. Los estudiantes a los que se les felicitó por lo mucho que habían estudiado para preparar un examen fueron más propensos a pasarse la noche jugando en vez de estudiar.

Los psicólogos llaman a este efecto “liberación de la meta”. En la práctica, significa que un paso hacia adelante te da permiso para dar dos hacia atrás. Nos sentimos tan bien por haber hecho bien las cosas que confundimos esa sensación con el esfuerzo que aún debemos hacer por progresar hacia nuestros propósitos.

El razonamiento es algo parecido a: “Lo he hecho bien, me he sacrificado, así que ahora puedo hacer lo que de verdad me apetece”.

Xataka