Olvídate de los desodorantes, es hora de usar virus para acabar con el mal olor de axilas

Un equipo de científicos japoneses estudió el comportamiento de los bacteriófagos para sintetizar una enzima capaz de acabar con los bacilos del cuerpo que producen mal olor.

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Ahí donde los desodorantes han fallado en su misión de eliminar el mal olor de las axilas, los bacteriófagos podrían triunfar. Una investigación de un equipo de científicos de Japón publicada en el Journal of Investigative Dermatology propone utilizar estos microorganismos para crear el arma definitiva contra los aromas desagradables en el cuerpo.

Los bacteriófagos son una clase de virus capaces de consumir bacterias que no causan enfermedades en el ser humano. La Universidad Metropolitana de Osaka, Japón, aprovechó uno de estos fagos para buscar el rastro de los microorganismos responsables del mal olor y así acabar solo con los entes de su mismo tipo.

Para conseguir esto, los científicos tuvieron que superar dos pruebas fundamentales. En primer lugar, necesitaban saber qué bacteria era la responsable de causar el mal olor en las axilas. Usualmente, estos pliegues en la piel son inodoros. Es la flora bacteriana que interactúa con las glándulas de la zona la que emite el olor desagradable. Dicho proceso tiene un nombre oficial: osmidrosis axilar.

El equipo japonés tomó muestras de olores de axila de 20 hombres sanos y se quedó con las 11 más intensas y desagradables. Al analizar la flora bacteriana que proliferaba en la piel, encontraron que el Staphylococcus hominis era la más abundante, además de hallar precursores químicos de la osmidrosis. Con el probable responsable del hedor, los investigadores comenzaron a trabajar en su arma definitiva.

Acabar con la bacteria, no con su comida

Los Staphylococcus hominis son especialmente susceptibles a los bacteriófagos. Aquellos virus que se alimentan de la bacteria utilizaban la enzima lisina para destruir la pared celular del microorganismo. Cuando los científicos identificaron todo este proceso, solo bastó con sintetizar lisina. En circunstancias controladas, verter la enzima llevó a la eliminación del microorganismo del mal olor, sin tomar en cuenta otras bacterias a su alrededor.

Los desodorantes que prometen inhibir el mal olor tienen componentes que neutralizan los ácidos que producen las bacterias al “alimentarse” del sudor. Los antitranspirantes trabajan bloqueando directamente las glándulas sudoríparas, por lo que impiden que las bacterias puedan descomponer el líquido. Ninguna de las opciones convencionales contempla la eliminación de las bacterias que viven en el pliegue de las axilas. Un tratamiento con lisina, producto de la experimentación con bacteriófagos, eliminaría por completo a los estafilococos sin neutralizar ácidos, agregar aroma extra o impedir la formulación de sudor.

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