Los dinosaurios cruzaron el océano, según un nuevo hallazgo fósil

Se trata del primer estudio que sugiere que cruzaron cientos de kilómetros de aguas abiertas para llegar a África.

Raul Martin

Los dinosaurios no dejan de sorprendernos por más tiempo que pase desde la extinción masiva del Cretácico-Paleógeno. Ahora, un equipo de científicos del Centro Milner para la Evolución de la Universidad de Bath ha descubierto los fósiles de un nuevo dinosaurio, Ajnabia odysseus, un dinosaurio pico de pato cuyos restos datan de hace 66 millones de años. Ajnabia fue hallado en rocas de Marruecos de finales del Cretácico, concretamente en las minas Office Chérifien des Phosphates en Sidi Chennane, en la provincia marroquí de Khouribga.

Ajnabia odysseus (Ajnabi significa extranjero en árabe, mientras que Odiseo -o Ulises- viene por el famoso personaje clásico y su enrevesado viaje a casa desde Troya), era miembro del grupo de dinosaurios pico de pato, unos reptiles herbívoros que crecían hasta 15 metros de alto; pero Ajnabia odysseus solo medía 3 metros de largo. Como un pony prehistórico. Sin embargo, sus dientes y mandíbulas lo marcan claramente como miembro de la subfamilia de hadrosáuridos Lambeosaurinae, y no como una línea de dinosaurios diferente que desarrolló un pico a través de la evolución convergente.

Los fósiles muestran que pertenecía a Lambeosaurinae, una subfamilia de hadrosaurios con elaboradas crestas óseas en la cabeza. Estos dinosaurios evolucionaron en América del Norte antes de extenderse a Asia y Europa, pero nunca antes se habían encontrado en África.

¿Cruzaron el oceáno?

Pero, ¿cómo es posible que un dinosaurio pico de pato que evolucionó en América del Norte acabara en África, que en aquel momento de la historia era un continente insular aislado de vías marinas profundas? Parecía del todo imposible.

Dr Nick Longrich

“Estaba completamente fuera de lugar, como encontrar un canguro en Escocia. África estaba completamente aislada por el agua, entonces, ¿cómo llegaron allí? “, se preguntó Nicholas Longrich, líder del trabajo que publica la revista Cretaceous Research. “Sherlock Holmes dijo, una vez que eliminas lo imposible, lo que quede, no importa cuán improbable sea, debe ser la verdad. Era imposible caminar hasta África. Estos dinosaurios evolucionaron mucho después de que la deriva continental dividiera los continentes, y no tenemos evidencia de puentes terrestres. La geología nos dice que África estaba aislada por océanos. Si es así, la única forma de llegar es por agua”.

Este pequeño hadrosáurido ha obligado, por tanto, a reflexionar sobre cómo se dispersaron los dinosaurios entre los continentes. Según este hallazgo, los científicos sugieren que estos dinosaurios debieron haber cruzado cientos de kilómetros de aguas abiertas (haciendo rafting sobre escombros, flotando o nadando) para colonizar el continente.

Simplemente nadando

Teniendo en cuenta que era imposible llegar caminando hasta África, los hadrosaurios probablemente eran excelentes nadadores: tenían colas grandes y patas poderosas, y sus restos suelen encontrarse en depósitos de ríos y rocas marinas, por lo que es posible que simplemente nadaran todo el tramo de distancia que separaba ambas ubicaciones.

“Hasta donde yo sé, somos los primeros en sugerir que los dinosaurios crucen el océano”, aclara Longrich.¿Es un caso inaudito?

Los cruces oceánicos que involucran animales son claramente eventos raros, pero se han observado previamente. Así, una tortuga de las islas Seychelles también flotó cientos de kilómetros a través del Océano Indico para llegar a África, incluso las iguanas verdes utilizaron escombros para viajar entre las islas del Caribe durante un huracán. También se necesitan cruces oceánicos para explicar cómo los lémures y los hipopótamos llegaron a Madagascar, y hay muchos otros ejemplos.

“Durante millones de años, es probable que los eventos que ocurren una vez en un siglo sucedan muchas veces”, concluye el experto.

Sea como fuere, se trata de una sucesión de eventos improbables lo que “destaca la rareza de nuestro hallazgo y, por lo tanto, su importancia”, dice Nour-Eddine Jalil, del Museo de Historia Natural de la Universidad de la Sorbona y también coautor del trabajo.

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