Los colores de una mariposa de hace 200 millones de años

Un equipo de investigadores ha conseguido determinar los colores que lucía uno de estos insectos en sus alas a partir de sus restos fósiles.

@Yang Dinghuarales

Los lepidópteros, entre los que se incluyen las mariposas y las polillas, exhiben una gran diversidad de colores estructurales, esto  es, aquellos que no se deben a un determinado pigmento, sino a la interacción de la luz con ciertas nanoestructuras presentes en algunas partes de la anatomía de los animales; en este caso, en las escamas de sus alas. Este fenómeno origina tonalidades brillantes y, a menudo, iridiscentes, pero los mecanismos que intervienen en el mismo aún no se conocen en detalle.

Ahora, un equipo internacional de investigadores de distintas instituciones ha estudiado la arquitectura de esas escamas en especímenes del Jurásico –hace entre 200 y 145 millones de años–, provenientes de Alemania, el Reino Unido, China y Kazajistán, así como otros insectos extintos del orden Tarachoptera que quedaron atrapados en ámbar en lo que hoy es Birmania a mediados del Cretácico, hace unos 100 millones de años.

En un ensayo publicado en la revista Science Advances, estos científicos explican que para analizar su morfología utilizaron distintos sistemas de microscopía óptica, electrónica y confocal. De este modo pudieron observar los diminutos surcos y crestas presentes en las escamas, parecidos a los que se encuentran en las actuales mariposas. Estas marcas, que miden entre 140 y 2.000 nanómetros –un nanómetro es la mil millonésima parte de un metro–, son capaces de dispersar la luz visible y, tal como señalan los expertos en un comunicado, les habría conferido a las alas un aspecto metálico, entre broncíneo y dorado.

La evolución del color

El hallazgo supone la primera prueba de la existencia de colores estructurales en insectos en el registro fósil y arroja algo de luz sobre la evolución de las escamas en los lepidópteros. Las del citado orden Tarachoptera muestran, por ejemplo, una serie de características únicas, como su forma, que recuerda a la de una espátula, o su distribución irregular.  “No esperábamos hallar las escamas de las alas preservadas, y mucho menos las estructuras microscópicas que producen ese tipo de color”, asegura la paleobióloga Maria McNamara, del Colegio Universitario de Cork, en Irlanda, que ha participado en esta iniciativa. “De ello se deduce que el color tuvo una gran importancia en el desarrollo evolutivo de esas extremidades, incluso en los primeros ancestros de mariposas y polillas”, añade.

El bioingeniero Wang Bo, del Instituto Nanjing de Geología y Paleontología, en China, que ha coordinado la investigación, está convencido de que este descubrimiento tiene importantes implicaciones. “La abundancia de vestigios de este tipo en los lepidópteros del Jurásico y en el orden Tarachoptera sugiere que las escamas de las alas ya estaban presenten en estos animales mucho antes de los que se creía”, sostiene.
En el futuro, otros estudios podrían aportar pistas sobre la respuesta óptica de estas estructuras a escala nanométrica en otros fósiles. A partir de ellas, sería posible construir un modelo que nos permita dilucidar la evolución de estos colores en los lepidópteros.