La Vía Láctea crece más rápido que la velocidad del sonido

Así lo sugiere un estudio realizado por el Instituto de Astrofísica de Canarias, que ha analizado el comportamiento de galaxias similares a la nuestra.

Con un diámetro de unos 100.000 años luz –o sea, un trillón y medio de kilómetros– y una masa de entre 600.000 y 750.000 millones de veces la del Sol según las últimas mediciones, la Vía Láctea no es una galaxia enorme (las hay hasta cincuenta veces más grandes), pero tiene un tamaño respetable. La duda era si está creciendo o encogiendo. O ninguna de las dos cosas.

La científica española Cristina Martínez-Lombilla, del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC), en Tenerife, y sus colaboradores creen que sí, que está en edad de crecimiento. Para ello se ha basado en el comportamiento de otras agrupaciones de estrellas de similares características, ya que no podemos estudiar nuestro hogar espacial desde fuera, como si fuéramos observadores exteriores. Han presentado el resultado de sus investigaciones en la Semana Europea de la Astronomía y la Ciencia Espacial, celebrada en Liverpool.

El equipo de Martínez-Lombilla se ha basado en la información recabada por los telescopios espaciales GALEX y Spitzer, que captan rayos cercanos al ultravioleta e infrarrojos respectivamente, y el Sloan Digital Sky Survey (SDSS), observatorio óptico capaz de realizar detallados mapas tridimensionales del universo. Así pudieron analizar los movimientos y el color de otras galaxias espirales equiparables a la nuestra.

La particularidad de este tipo de formaciones galácticas es que las estrellas más masivas y de vida más efímera se acumulan en su disco central; los modelos astronómicos dicen que en los bordes de dicho disco, con sus característicos brazos, es donde hay que mirar si queremos saber si la galaxia está creciendo.

500 metros por segundo

Las observaciones del grupo canario de astrónomos indican que, de acuerdo con los cambios de brillo detectado en los bordes de otros discos, las galaxias de la familia de la Vía Láctea aumenta de tamaño en razón de 500 metros por segundo. A esa velocidad, tardaríamos alrededor de veinte minutos en llegar desde Madrid a Barcelona. O dicho de otro modo, como ha declarado Martínez Lombilla: “si viajáramos en el tiempo de 3.000 millones de años, veríamos nuestra galaxia un 5% más grande”. Este dato pone en perspectiva el incremento, que es más bien lento, señala la astrónoma.

Además, poco después (de aquí a 4.000 millones de años), ese rejuvenecimiento estelar se verá condicionado por el previsible choque y fusión de la Vía Láctea con la galaxia de Andrómeda, lo que creará un nuevo monstruo cósmico con su propia personalidad y ritmo de crecimiento. También hay que tener en cuenta que el estudio se limita a la parte visible de nuestro hogar cósmico, ya que se cree que está envuelto por un gigantesco halo esférico de materia oscura que puede suponer hasta el 95% de su masa.

En 2015, una investigación en la que participaba el CSIC demostró la presencia de este ente invisible –que solo se detecta indirectamente, por sus efectos gravitatorios– en la parte más interior de la Vía Láctea. Allí, los valores de rotación del gas y las estrellas no cuadraban con los calculados teniendo solo en cuenta la materia luminosa.

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