La primera criatura a la que le salen brazos tras un atracón

Descubren que la cantidad de comida influye en el número de tentáculos de las anémonas de mar.

La imagen muestra el proceso de desarrollo de los característicos tentáculos de una anémona de mar / Anniek Stokkermans / EMBL

No importa cuál sea nuestra dieta. Por mucho que comamos o por mucho que la cambiemos, nuestro código genético determina que nos crecerán dos brazos y dos piernas. Está escrito. Lo mismo ocurre para todos los mamíferos. De manera similar, la cantidad de aletas que tiene un pez y la cantidad de patas y alas que tiene un insecto están bien grabadas en su ADN. Sin embargo, la vida es diferente para las anémonas de mar, que tienen un número variable de tentáculos. Ahora, un equipo internacional de investigadores ha descubierto de qué depende que les crezcan más o menos brazos: la cantidad de comida. Es como si nosotros en vez de resolver un atracón con un poco de bicarbonato lo hiciéramos con una nueva extremidad. Es la primera vez que se comprueba esta extraña habilidad en animales.

Las anémonas son invertebrados que viven a hasta varios metros de profundidad en rocas bien iluminadas. Se alimentan de mejillones y pequeños crustáceos y peces. Y son muy longevas, algunas especies viven más de 65 años. Como todos los cnidarios, un grupo de animales que se separó del resto hace unos 600 millones de años, sus múltiples tentáculos son muy urticantes.

Hasta ahora no estaba claro qué regula la cantidad de tentáculos que puede desarrollar una anémona de mar. Los científicos del Laboratorio Europeo de Biología Molecular (EMBL) en Heidelberg (Alemania), en colaboración con los del Instituto Stowers para la Investigación Médica en Kansas (EE.UU.), han demostrado que, al menos en una especie, la anémona de mar estrella (Nematostella vectensis), se define por la cantidad de comida consumida. «Controlar el número de tentáculos mediante la ingesta de alimentos hace que la anémona de mar se comporte más como una planta que desarrolla nuevas ramas que como un animal que desarrolla una nueva extremidad», explica Aissam Ikmi, coautor del estudio.

Los científicos saben que el crecimiento de nuevos tentáculos no ocurre solo cuando la anémona es joven, sino también durante la edad adulta. «Podemos concluir que el número de tentáculos debe ser determinado por la interacción entre factores genéticos y ambientales», dice Ikmi. Pero sea cuál sea el motivo por el que le sale un brazo en las diferentes etapas de su vida, estos miembros son morfológicamente indistinguibles entre sí. «Si los humanos pudieran hacer lo mismo, significaría que cuanto más comiéramos, más brazos y piernas nos podrían crecer», dice el investigador. «Imagínese lo útil que sería si pudiéramos activar esto cuando necesitáramos reemplazar las extremidades dañadas», apunta.

Dieta de camarones

Cuando el grupo de Ikmi estudió las ubicaciones en las que se forman los nuevos brazos, encontraron que las células musculares premarcan los sitios de los nuevos tentáculos. Estas células musculares cambian su firma de expresión genética en respuesta a la comida. La misma señalización molecular empleada para construir tentáculos en las anémonas de mar también existe en muchas otras especies, incluidos los humanos. Sin embargo, hasta ahora se ha estudiado su papel principalmente en el desarrollo embrionario y no en la edad adulta.

Larva de Nematostella vectensis en el comienzo del proceso de desarrollo de sus característicos tentáculos / Anniek Stokkermans / EMBL

Para construir el mapa de ramificación de nuevos tentáculos, los investigadores analizaron una por una más de 1.000 Nematostella vectensis, una pequeña y sencilla especie originaria de la costa este de América del Norte utilizada en laboratorio como organismo modelo por su plan corporal relativamente simple y su naturaleza transparente. Para comprobar cómo influía la comida en el número de tentáculos, las alimentaron con una cantidad variable de camarones durante unos seis meses. A veces recibían más golosinas, a veces menos o ninguna.

Los adultos pueden tener hasta 16 tentáculos. Puede perderlos en respuesta al estrés y volver a crecer después de la amputación. «Anotar una cantidad tan enorme de tentáculos es, de alguna manera, una historia en sí misma», bromea Mason McMullen, de la Universidad de Kansas, quien pasó meses tomando imágenes de las cabezas de las anémonas para contar el número de tentáculos y señalar su ubicación.

El equipo ha publicado estos resultados en «Nature Communications» y ahora pretende seguir adelante con la investigación. Planea definir los nutrientes clave críticos para la formación de nuevos brazos y estudiar más a fondo el papel poco convencional de los músculos en la definición de los sitios donde aparecen los nuevos tentáculos.

ABC