La lengua también detecta olores
April 26, 2019 Bienestar , NoticiasUn estudio descubre que los seres humanos contamos con receptores olfativos en esta parte de la boca.
Muchos animales prueban y huelen su entorno con la misma parte de su cuerpo, pero ¿podría ser igual para los humanos? Una nueva investigación sugiere que este podría ser el caso y que contamos con receptores olfativos en nuestras lenguas.Mundo animal
A diferencia de los humanos y otros mamíferos, no todos los animales tienen narices con receptores de olores, pero esto no significa que no tengan sentido del olfato.
Por ejemplo, los cangrejos capturan los olores a través de las cerdas sensoriales en sus antenas, mientras que las serpientes, aunque tienen fosas nasales, en realidad huelen mejor a través de sus bocas, “pescando” los olores con sus lenguas bífidas.
Sin embargo, el olfato y el gusto generalmente trabajan juntos para permitir que los animales se desenvuelvan por el mundo. Esto es algo obvio en los caracoles, por ejemplo, cuyos tentáculos inferiores les permiten oler y probar su ambiente.
El gusto y el olfato también funcionan como sentidos complementarios en los humanos. Las células olfativas de las fosas nasales y las gustativas de la lengua interactúan en el cerebro para crear una imagen completa de lo que, por ejemplo, una persona se está preparando para comer o beber.Sin embargo, hasta ahora, los investigadores han tendido a creer que los sentidos del gusto y el olfato operan individualmente en humanos y otros mamíferos.
Primero, un estudio que publicó Current Biology en 2018 encontró que cuando los científicos eliminaban la corteza del gusto de los cerebros de las ratas, esto afectaba no solo la capacidad de los animales para percibir el gusto sino también a su sentido del olfato.
Esto llevó a un nuevo equipo de científicos a investigar si los mamíferos, incluidos los humanos, también podían oler con sus lenguas.
Las células del gusto pueden saborear y oler
En el nuevo trabajo, cuyos resultados aparecen en la revista Chemical Senses, los científicos utilizaron técnicas genéticas y bioquímicas para determinar si las papilas gustativas de los ratones, podrían responder a las moléculas de olor. Luego probaron cultivos de laboratorio de células humanas de papilas fungiformes (recordamos que existen cuatro tipos de pailas: las papilas fungiformes, las papilas foliadas, las papilas filiformes y las papilas caliciformes o circunvaladas).
Primero, descubrieron que las papilas gustativas de ratón en realidad contenían receptores olfativos y que lo mismo ocurría con las células del gusto humanas cultivadas.
Después de esto, el equipo usó una técnica científica llamada imagen de calcio para evaluar cómo las células gustativas cultivadas respondían a las moléculas de olor, lo que reveló que las células gustativas interactuaban con ellas de una manera muy similar a las células receptoras de olores normales.
Luego, experimentos adicionales también mostraron, por primera vez, que una célula del gusto puede contener receptores tanto para el olfato como para el gusto. Este descubrimiento podría ayudar a arrojar una nueva luz sobre de qué manera se combinan el gusto y el olfato para alertarnos sobre la conveniencia de un alimento en particular, por ejemplo.
“La presencia de receptores olfativos y receptores del gusto en la misma célula nos brindará oportunidades interesantes para estudiar las interacciones entre el olor y los estímulos del gusto en la lengua”, explica Mehmet Hakan Ozdener, líder del trabajo.
“Nuestra investigación puede ayudar a explicar cómo las moléculas de olor modulan la percepción del gusto, algo que puede conducir al desarrollo de modificadores del gusto basados en el olor que pueden ayudar a combatir el exceso de sal, azúcar y grasa sen la ingesta asociada a enfermedades relacionadas con la dieta, como la obesidad y la diabetes “, expone Hakan.
En el futuro, los investigadores esperan descubrir si solo ciertas células del gusto contienen receptores del olor y hasta qué punto las moléculas de olor que capturan las células del gusto pueden cambiar la forma en que un individuo percibe los gustos específicos.