La historia de Erno Rubik, el profesor que inventó el famoso cubo de rubik

Erno Rubik cambió la historia de la ciencia y el entretenimiento con la invención del cubo de Rubik en 1974, uno de los juguetes más emblemáticos de todos los tiempos.

29 January 2020, Bavaria, Nuremberg: Erno Rubik, inventor of the Rubik’s Cube, holds the “Magic Cube” in his hand at the Ravensburger stand at the International Toy Fair as part of the celebrations for 40 years of distribution of the game in Germany. The world’s largest meeting of the toy industry will take place from 29 January to 2 February. According to the organizers, 2900 exhibitors from 68 countries will be presenting around 120,000 new products. Photo: Daniel Karmann/dpa (Photo by Daniel Karmann/picture alliance via Getty Images)

Pasar a la historia por ser el creador de uno de los objetos básicos de la cultura pop es un privilegio que no cualquiera tiene. Uno de los personajes que vive para presumir de ello es Erno Rubik, cuyo apellido sirvió para darle nombre al popular cubo de Rubik, juego que no pierde vigencia desde que fuera inventado en 1974.

Esta es la historia de este mágico juguete y su creador, un húngaro que tan solo deseaba que sus alumnos aprendieran sobre geometría tridimensional y terminó fabricando un juguete que pasó a la historia por su magia.

Vida de Erno Rubik

Erno Rubik nació el 13 de julio de 1944. Admiraba de manera incondicional a su padre, un aviador e ingeniero aeronáutico entregado al trabajo, para quien los obstáculos no existían.

“Tanto en sentido figurado como literal, mi padre era una persona capaz de mover una montaña. No había nada que le impidiera hacer lo que había decidido o llevar a cabo un proyecto, si era necesario incluso con sus propias manos. Ningún trabajo era indigno para él”.

Rubik estudió escultura en la Universidad Técnica de Budapest y arquitectura en la Academia de Artes Aplicadas y Diseño. Algo que le apasionaba sobremanera era construir modelos geométricos.

Cuando era profesor de arquitectura en la Facultad de Artes Aplicadas de Budapest ideó un cubo hecho con veintisiete bloques de madera para enseñar a sus alumnos algunos conceptos de espacio y geometría tridimensional. Era 1974 y Rubik tenía tan solo 30 años.

Primera versión del cubo de Rubik: unas ligas y unos bloques de madera

Su cubo estaba fabricado con bloques de madera unidos con ligas de plástico. Cuando éstas cedieron y se rompieron, Rubik se dio cuenta de que el artefacto se podía mover en diversas combinaciones.

El profesor procedió a colocar papel adhesivo de distintos colores en cada uno de los seis lados del cubo y lo volvió a girar. Al hombre le encantó ver que la figura podía tener una gran variedad de combinaciones de colores, pero que también podía volver al diseño original.

Wikimedia Commons

Tras descubrir que el objeto podía dar grandes horas de entretenimiento, decidió registrarlo y llevarlo a una pequeña cooperativa de Budapest, capital de Hungría, donde se fabricaban juguetes.

A finales de 1977 Rubik propuso la fabricación de su cubo a Konsumex, la empresa comercial estatal de Hungría, para intentar vender su proyecto en Occidente.

Le dijeron que el juguete no había despertado interés en la audiencia, y por lo tanto decidieron no financiar el proyecto de Rubik. En aquellas fechas era muy complicado exportar juguetes fuera de Hungría. Pero el éxito está reservado de otras maneras, y pronto Rubik recibió el apoyo de la persona indicada.

La suerte le sonríe a Rubik

Cuando Tibor Laczi, un húngaro expatriado que trabajaba como vendedor de una compañía de computadoras austríaca, vio por primera vez a Rubik sintió pena por él:

“Cuando Rubik entró por primera vez en la habitación tuve ganas de darle algo de dinero, parecía un mendigo. Iba terriblemente vestido y llevaba un cigarrillo húngaro barato colgando de la boca. Pero sabía que tenía a un genio ante mí. Le dije que podíamos vender millones”, dijo.

Laczi vio en el artefacto de Rubik una oportunidad única. Por ello decidió llevar en 1979 el cubo de Rubik a la Feria del Juguete de Núremberg, en Alemania. Ahí conoció al experto juguetero de origen británico Tom Kremer.

Este personaje se sintió fascinado por el cubo y fue así como él y Laczi lograron un acuerdo con la empresa estadounidense Ideal Toy Company para comprar y distribuir un millón de cubos de Rubik.

A partir de aquí el cubo fue un éxito mundial: se exhibió en ferias de juguetes de Europa y Nueva York, sitios donde maravilló a todos los que lo conocieron y se sumergían en su mecanismo. Entre 1980 y 1981 obtuvo el premio al Mejor Juego del Año en la categoría de mejor rompecabezas en Reino Unido.

En la década de los 80 se convirtió rápidamente en uno de los juguetes favoritos de chicos y grandes.

Cubo de Rubik, edición “Juguete del año” de Ideal Toy Corp. (1981). El Cubo de Rubik ganó sus primeros premios al “Juguete del año” en 1980 en la República Federal de Alemania, Reino Unido, Francia y Estados Unidos; en 1981 en Finlandia, Suecia e Italia.

Entusiasmo total

Douglas Hofstadter, Premio Pulitzer, fue uno de los principales entusiastas de este invento. Aseguraba que el cubo era “una de las cosas más asombrosas jamás inventadas para enseñar ideas matemáticas”.

También afirmó que podía usarse como herramienta para la enseñanza de la teoría de grupos matemáticos:

“Cualquier giro de cualquier cara, ya sea de 90 o 180 grados en el sentido de las agujas del reloj (o viceversa) es un elemento de un grupo, y también lo son las secuencias arbitrarias de dichos giros”.

Asimismo llegó a decir que “el cubo es muy perdurable, como eterno, tiene una estructura demasiado asombrosa como para que la gente pierda el interés por él de la noche a la mañana. Es un objeto milagroso, un invento prodigioso y hermoso”.

Prestigiosas revistas como Scientific American le dedicaron su portada al cubo de Rubik. Aunque no todo el mundo estaba tan entusiasmado con el invento: medios como The New York Times lo calificó de “moda pasajera”.

Estaba muy equivocado.

La revista Scientific American le dedicó un artículo al cubo de Rubik. / Scientific American

El cubo de Rubik en la historia

El cubo de Rubik tiene muchas anécdotas tras de sí. Se han vendido alrededor de 400 millones de unidades desde su creación, sin embargo, esta cifra es más elevada si se consideran las copias piratas.

A la fecha, es el juguete con más libros publicados sobre él (la mayoría son tutoriales y técnicas para lograr resolverlo).

Un dato que resulta fascinante sobre él es que tiene más de 43 trillones de combinaciones posibles. El Número de Dios es la cantidad de movimientos mínimos que se requieren para resolverlo. Antes se creía que eran 26, pero cálculos recientes determinaron que en realidad son 20.

Es tal la trascendencia y popularidad del cubo, que existe la World Cube Association, la cual realiza competencias que reúne a expertos para resolver el cubo en la menor cantidad de tiempo posible. El récord mundial de tiempo para resolver el cubo es de 4 segundos y lo obtuvo un joven chino.

“Creo que lo más característico del cubo es la contradicción ente la simplicidad y la complejidad. Amo la simplicidad del Cubo porque es una forma geométrica muy clara, y amo la geometría porque es el estudio de cómo está estructurado el universo entero”, dijo una vez Rubik.

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