La cara de la Luna, entre Júpiter y Saturno

Disfrutemos estos días de luna llena de la ilusión óptica conocida como ‘la cara de la luna’, que lucirá brillante cerca de Júpiter y Saturno.

La cara de la Luna: identificación de mares y recreación artística. / L. Voiatour / Weeneido / Cranyx / Reddit

Disfrutemos estos días de luna llena de la ilusión óptica conocida como ‘la cara de la luna’, que lucirá brillante cerca de Júpiter y Saturno.

PAREIDOLIA

El último plenilunio del verano tendrá lugar el próximo miércoles 2 de septiembre. Pero durante este fin de semana ya tenemos la superficie de nuestro satélite muy iluminada: el 75% de la superficie será visible la noche del viernes y el 90% la noche del domingo.

Con esta visibilidad, ya podemos aprovechar para ir localizando la pareidolia de “la cara de la luna”. Se trata de una ilusión óptica, un fenómeno psicológico en nuestro cerebro, que nos sugiere, caprichosamente, que la superficie de la luna forma una cara humana.

La ‘cara de la luna’ está formada por las grandes zonas oscuras (‘mares’) de la superficie lunar que están marcados con números en la imagen que acompaña a este artículo: los ojos lo forman el Mare Imbrium (1) y el Mare Serenitatis (2), la nariz los mares Vaporum (3) e Insularium (4), y la gran boca los mares Cognitum (5) y Nubium (6).

Naturalmente estos mares no tienen nada que ver con el agua. Los mares lunares (o ‘maria’) se crearon a lo largo de millones de años por el impacto de meteoritos que perforaron la superficie de la luna produciendo así grandes depresiones en el terreno que, más tarde, fueron rellenadas y allanadas por lava basáltica procedente del manto lunar. El basalto de estas grandes planicies es más oscuro que el regolito que está depositado sobre gran parte del suelo lunar. El contraste de brillo (su eficiencia para reflejar la luz) entre los mares más oscuros y las tierras altas circundantes, que es máximo en la luna llena, es lo que forma la ilusión óptica de ‘la cara de la luna’.

Aunque con diferentes variantes, la cara de la luna ha sido percibida por muchas civilizaciones a lo largo de la historia de la humanidad. Pero no creo que haya que tomar este fenómeno psicológico como un deseo de ver un ser superior que nos tutela o nos vigila, sino, simplemente, el empeño de nuestro cerebro por reconocer en una imagen amorfa, un patrón o una figura que nos resulte familiar.

ENTRE GIGANTES

Durante este fin de semana el disco lunar está muy próximo a los planetas gigantes. En la noche del viernes 28, lo tenemos junto a Júpiter y el 29 pasará junto a Saturno. En la noche del domingo 30, la luna brillará ya muy gibosa y casi llena a la izquierda del planeta de los anillos.

Ambos planetas gigantes están ahora sumamente brillantes, y eso a pesar de que ambos están muy lejos de la Tierra: Júpiter 4,4 veces y Saturno 9,2 veces más lejos que el Sol. Pero, al igual que la luna llena, ambos planetas se encuentran en una dirección completamente opuesta a la del Sol, su iluminación es óptima, y eso es lo que ocasiona su intenso brillo. Su posición es ahora ideal para la observación astronómica. Con un pequeño telescopio se pueden apreciar fácilmente sus lunas, la gran mancha de Júpiter y los anillos de Saturno.

La Luna, Júpiter y Saturno./ Stellarium / RB

Aunque de manera casi imperceptible, según pasan los días, los dos planetas gigantes van aproximándose en el cielo. Este acercamiento llegará al límite en el solsticio, el próximo 21 de diciembre, cuando ambos planetas aparecerán prácticamente juntos, es decir, sobre la misma línea de mirada (si el cielo está despejado ese día, tendremos que estar atentos para no perdernos un momento único).

Las noches de este fin de semana, el trío formado por Júpiter, Saturno y la Luna, se irá levantando poco después de la puesta de sol para culminar, al sur, a eso de la medianoche y acabar acostándose por el suroeste en torno a las 4h de la madrugada. Durante la noche podemos observar también al rojizo Marte muy alto sobre el horizonte y, ya cerca del amanecer, a un brillantísimo Venus que, más que nunca, merece ahora el bonito nombre de lucero del alba.

El Mundo