¿Cómo se comunican los hongos?

Cada hongo puede “hablar” con otras especies, y tienen mucho que decir.

Kate Dehler

Aunque la mayoría de nosotros pensamos en los hongos como si fueran setas, estos cuerpos productores de esporas no son más que los órganos reproductores del micelio. Es decir, cuerpos descentralizados en forma de red de tubos ramificados. Aunque suelen ser microscópicas, estas estructuras pueden ser enormes. El ejemplo más grande conocido es el de la seta de la miel (Armillaria) que cubre casi 10 kilómetros cuadrados y ha vivido durante milenios.

Como organismos que viven en complejas relaciones con otras formas de vida, los hongos no podrían existir sin comunicarse. Aunque tradicionalmente se han considerado sésiles, es decir, fijos en un lugar, los micelios se mueven extendiendo las puntas de sus tubos a través de un sustrato. Este puede ser un trozo de tierra o un tronco caído.

A medida que crecen, los hongos perciben, aprenden y toman decisiones de manera constante. Los hongos son como políglotashablan y entienden una amplia gama de señales químicas. Así liberan y responden a las sustancias químicas que flotan en el aire y fluyen por el agua. Resulta fascinante que los hongos no solo perciban, sino que interpreten activamente el significado de una sustancia química en función del contexto, y en relación con otras sustancias químicas.

Los estudios sobre cómo se comunican los hongos van muy por detrás de las investigaciones sobre la comunicación de las plantas y, sobre todo, de los animales. La mayoría se basan en varias “ratas de laboratorio”, por lo que los conocimientos sobre otras especies son limitados. Resumimos lo que se sabe, hasta ahora, sobre tres aspectos de la comunicación: dentro de un hongo, entre hongos de la misma especie y con otros organismos.

Dentro de un hongo

Cada punta de crecimiento es a la vez autónoma y responsable ante todo el organismo, como la relación social de los insectos con la colmena. Y entre las células de cada micelio fluye una corriente de sustancias químicas, nutrientes e impulsos eléctricos. Sus movimientos mantienen al conjunto informado de lo que sucede, y coordinan las acciones de toda la red. Las investigaciones de Andrew Adamatzky, profesor de Informática no Convencional de la Universidad del Oeste de Inglaterra (Bristol), sugieren que influyen en las señales bioeléctricas internas del micelio y pueden formar una suerte de lenguaje. Aunque un micelio no es, ni tiene, un sistema nervioso; si tienen mucho en común con estos sistemas. Ambos tienen estructuras ramificadas, refuerzan o podan las vías según sea necesario y utilizan algunos de los aminoácidos que transmiten información.

Entre hongos de la misma especie

Muchos hongos son sexuados, y deben aparearse para reproducirse. Por ello, envían feromonas y olfatean las de otros, para crecer hacia aquellos que les parecen atractivos. Teniendo en cuenta el criterio de atracción de los hongos). Cuando dos micelios se encuentran, se comunican para negociar su relación. Esta puede ir desde la fusión para formar una asociación reproductiva, o no, hasta la indiferencia; pasando por la exclusión física e incluso el antagonismo químico. Cada micelio apareado negocia la dinámica física de la fusión y, a partir de ahí, de una vida en común.

Con otros organismos

Los hongos se comunican, y responden a otros seres. A través de mutualismos micorrícicos, pueden compartir agua y alimentos con sus compañeros vegetales. Los hongos parásitos producen una miríada de reguladores del crecimiento vegetal, modificando las plantas para adaptarlas a sus necesidades. Algunos hongos, como las trufas, imitan las feromonas sexuales de los animales para atraer a mamíferos e insectos que actúan como esporinizadoresel equivalente fúngico a los polinizadores. Otros hongos son presas de los ascárides, también conocidos como nematodos. Cuando detectan a un nematodo cerca, pueden producir compuestos defensivos para ahuyentarlo. Otros hongos cazan nematodos detectando su presencia química.

Los hongos micorrícicos ocupan un lugar central en los debates actuales sobre la “red del bosque“, pero muchas representaciones muestran injustamente a los hongos como cables de fibra óptica que permiten a los árboles comunicarse entre sí. Los hongos son más que cables pasivos; de hecho, se perciben, interpretan y señalizan a sí mismos de forma activa. Lo hacen constantemente, y con una amplia gama de seres. La forma en la que los hongos crean e interpretan estas señales en una cacofonía de ruido químico y eléctrico sigue siendo un misterio fascinante.

Michael Hathaway es autor de What a Mushroom Lives For: Matsutake and the Worlds They Make. Willoughby Arévalo es autor de DIY Mushroom Cultivation: Growing Mushrooms at Home for Food, Medicine, and Soil.

MIT