“Cargar” nuestra mente en un ordenador y seguir viviendo como seres sintéticos: ¿una utopía o una realidad cercana?

Los “cerebros simulados” podrían funcionar más rápido y más eficientemente que los biológicos.

¿Habrá en el futuro organismos sintéticos con “copias” de nuestras mentes? / Tharanga Adikari / Pixabay.

Los transhumanistas creen que algún día será posible hacer la transición de una persona de su cuerpo biológico a un hardware sintético, “cargando” su mente en un ordenador. Un especialista analiza tres supuestos para intentar determinar si esta idea es posible y cuáles serían sus implicaciones individuales y sociales.

En un artículo publicado recientemente en The Conversation, el científico y filósofo Clase Weber, especialista de la Universidad de Australia Occidental, plantea el problema de la “carga” de la mente humana en ordenadores para dar lugar a una vida sintética sin aparentes límites biológicos, un viejo sueño del transhumanismo defendido por el científico informático Ray Kurzweil, el filósofo Nick Bostrom o el neurocientífico Randal Koene, entre otras figuras de la ciencia y del pensamiento de relevancia mundial.

La “carga mental” y la supervivencia

Según Weber, los avances tecnológicos actuales nos permiten imaginar que las técnicas de escaneo cerebral mejorarán enormemente en las próximas décadas, hasta el punto de que podremos observar cómo cada neurona individual habla con otras neuronas. También podría ser factible que logremos registrar toda esta información y crear una “simulación” del cerebro de un individuo en un ordenador.

Este es el concepto central detrás de la “carga mental”: la idea de que en algún momento seremos capaces de realizar la transición de una persona de su cuerpo biológico a un hardware sintético. De esta manera, según sostienen los transhumanistas, el ser humano podría liberarse del peso de la muerte y de los límites biológicos, “viviendo” el tiempo que lo desee a través de estos organismos sintéticos y con la misma estructura mental que posee en su cuerpo biológico que, como sabemos, tiene una fecha de caducidad.

A pesar de esto, existen varios problemas en torno a esta idea, que Weber sintetiza en tres supuestos: el supuesto tecnológico, el supuesto de la mente artificial y el supuesto de la supervivencia. Para llegar a concluir que la noción de la “carga mental” y la vida sintética podrían ser factibles en un futuro cercano o lejano, el especialista sostiene que deberíamos lograr que estos tres supuestos se transformen en hipótesis comprobadas.

La tecnología parece factible

En el caso del supuesto tecnológico, Weber advierte que aún estamos lejos de poder “leer” la enorme complejidad del cerebro humano, conformado por alrededor de 86 mil millones de neuronas, 85 mil millones de células no neuronales y un número casi infinito de conexiones neuronales.

Sin embargo, hace dos décadas se necesitaron años y cientos de millones de euros para mapear el primer genoma humano. En la actualidad, los laboratorios más rápidos pueden hacerlo en cuestión de horas por aproximadamente 100 euros. Con avances similares en eficiencia, podríamos ver tecnologías de “carga mental” quizás en cuestión de cincuenta o cien años.

Pero crear un mapa cerebral estático es únicamente una parte del trabajo. Para simular un cerebro en funcionamiento, necesitaríamos observar neuronas individuales en acción. Según Weber, no está claro aún si podremos lograrlo en un futuro próximo. A esto hay que sumar los inconvenientes y dilemas relacionados con los otros dos supuestos.

Mente y consciencia artificial

En cuanto al supuesto de la mente artificial, que incluso podríamos hacer aún más complejo hablando de consciencia artificial, se sustenta en que un cerebro simulado replicaría la estructura del cerebro real. En consecuencia, para cada neurona y conexión neuronal simulada habrá una pieza de hardware correspondiente. La simulación replicaría la estructura de cada cerebro y, por lo tanto, replicaría la mente consciente de la persona.

A pesar de esto, los debates en torno a la Inteligencia Artificial (IA) demuestran que la cuestión no es tan sencilla y que todo depende de nuestra visión. Muchas personas podrán pensar que el cerebro simulado es idéntico al real, pero otras creerán que es solo una copia y que nunca alcanzará el desarrollo que podría tener su versión biológica, considerando que la consciencia humana posee elementos como la intuición o la relación con el ambiente que son difíciles de replicar artificialmente.

¿Supervivencia real?

Por último, el artículo aborda el supuesto de la supervivencia. Weber indica que en este punto se abre un problema filosófico: ¿sería una copia de la mente de una persona conectada a un ordenador una réplica sintética de ese mismo individuo? Si la copia se realiza con la persona aún en vida, ¿cuál de las dos será más real? Si la persona ha fallecido, ¿podrá considerarse su organismo sintético una prolongación de su vida o, en realidad, será otra “vida artificial” semejante?

EPE